Romanos 9:6-9

Pregunta: ¿Qué dice la Biblia acerca de la predestinación? Romanos 9:6-9

Respuesta:

#3 La Palabra de Dios No Ha Fallado

"La tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente." Con estas palabras en Génesis 28:13,14, Jehová hizo la promesa a Jacob, después conocido como Israel, el padre de la gran nación de Dios. Era la misma promesa que antes había hecho a su padre Isaac y a su abuelo Abraham. Miles de años después parecía que esta promesa había sido frustrada. La simiente de la promesa había venido, pero la nación de Israel de la cual vino según la carne le había rechazado. Los descendientes de Jacob, o sea de Israel, habían rechazado al Cristo y, por tanto, Dios les había rechazado.

¿Habrá fallado la palabra de Dios? ¿o será equivocada la doctrina que exige fe en Cristo como el Señor? ¿Qué dice la Biblia? En Romanos 9:6-13, el apóstol Pablo lucha con este problema y nos presenta la explicación que el Espíritu Santo de Dios le había revelado. Vamos a leer lo que la Palabra de Dios dice en Romanos 9:6-8. "No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: no los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes." (Romanos 9:6-8).

La palabra de Dios no ha fallado, dice el apóstol Pablo. Lo que pasa es que la interpretación de esta palabra es equivocada. La nación de Israel había pensado que ellos, simplemente por ser descendientes de Jacob, Isaac, y Abraham, serían herederos de las bendiciones que Dios prometió a aquellos. Pero Pablo aquí dice que hay una diferencia entre "israelitas" e "israelitas". Es decir que su raza o sea su nacionalidad no les aseguraba absolutamente nada. Hay israelitas que NO SON israelitas. Hay israelitas por raza que no reciben la bendición de Dios porque la bendición de Dios depende de mucho más que la nacionalidad de uno.

No está en el propósito de Dios salvar a una nación simplemente por ser tal nación. Su propósito y sus promesas tienen diferente base. Y en el caso de la justificación, esta base es LA FE. La promesa de salvación fue dada solamente para los creyentes. Si bien es cierto que Jehová escogió a la nación de Israel, también ha escogido salvar solamente a los israelitas creyentes. Por tanto, la justificación por fe sin las obras de la ley no contradice en ninguna manera la promesa de Dios a Abraham y a los demás patriarcas. Dios siempre ha buscado a la gente que le tiene fe y la ha bendecido. La doctrina de justificación por fe, una fe obediente por supuesto, no es nueva; es la misma doctrina de salvación que ha existido siempre en el plan de Dios desde antes de la fundación del mundo.

En el capítulo cuatro, encontramos que Abraham, antes de la ley, y David, bajo la ley, fueron justificados delante de Dios por su fe; no por ser judíos, ni por guardar la ley, ni por la circuncisión. No, todas las promesas de Dios, aunque ciertamente dadas a la nación de Israel, dependen de mucho más que la nacionalidad de ellos. Dependen de la fe y la obediencia al plan eterno de Dios. Por supuesto, este plan, desde el primer siglo, ha sido revelado en Cristo Jesús.

No, la palabra de Dios no ha fallado como muchos podrían pensar por la perdición de la mayoría de los israelitas porque no todos los que descienden de Israel son israelitas. Todos aquellos que están enseñando que la nación de Israel todavía es favorecida por Dios y que algún día no muy lejano Dios volverá a darles el reino en Jerusalén de acuerdo a las promesas antiguas deben tomar estas enseñanzas en cuenta pues niegan tal posibilidad. Los de Israel que son israelitas y herederos de la promesa son aquellos que oyen el llamamiento de Dios en el evangelio de Cristo, y obedecen este mensaje para la salvación de sus almas. No hay otra promesa ni otra manera de recibirla para el judío.

Empezando desde el versículo 7 de Romanos capítulo 9, el apóstol Pablo presenta una prueba bíblica de lo que ha enseñado. Su propósito es probar que Dios nunca ha aceptado a nadie en base a su nacionalidad solamente. El ser descendiente de Abraham en la carne no prueba nada puesto que Dios a través de los años ha venido escogiendo algunos de ellos y excluyendo a otros de acuerdo con su propósito eterno. Por ejemplo, dice Pablo, no todos los hijos de Abraham entraron en el plan de Dios sino solamente Isaac. Ismael fue rechazado y aún echado de la casa de Abraham. Después se hizo gran nación también, siendo el padre de los árabes con quien los israelitas hasta el día de hoy tienen una gran enemistad. Así que era fácil que entendieran que es cierto que ni siquiera todos los hijos de Abraham entraron en el plan y propósito de Dios, sino solamente los que descendieron de Isaac. ¿Por qué? Porque Dios así lo decidió y así dio la promesa. Por tanto, "no los que son hijos según la carne no son los hijos de Dios, sino que los que son hijos SEGUN LA PROMESA son contados como descendientes." (Romanos 9:8). "Hijos según la promesa", es decir hijos que lo son por haber entrado en el plan y promesa de Dios, escogidos por él por su divina gracia y eterna soberanía.

En el versículo 9, el argumento sigue: "Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre (pues no habían aún nacido ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor. Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí" (Romanos 9:9-13).

Hay muchas preguntas y puntos muy interesantes que surgen de este texto, pero por el momento queremos enfocar nuestra atención en la prueba que es presentada de que Dios nunca ha aceptado a todos los hijos de Abraham simplemente porque lo sean. Su plan ha aceptado a algunos y rechazado a otros siempre. Como hizo en el caso de Isaac e Ismael, también hizo de la misma manera en el caso de los hijos de Isaac. Dios escogió a Jacob y rechazó a Esaú aunque este último fue el primogénito y tenía el derecho a la bendición de su padre Isaac. Pero el propósito de Dios no permitía eso. Otra vez, los israelitas fácilmente pueden aceptar la exclusión de los edomitas, los descendientes de Esaú, del plan divino puesto que ellos siempre han llevado una gran enemistad contra ellos también.

¿Falló la palabra de Dios cuando los descendientes de Ismael no pudieron participar en el pueblo escogido de Dios? ¿No tenía derecho Ismael a la promesa dada a Abraham de heredar la tierra bendita y ser la nación grande de Dios? No, porque cuando Dios formó su propósito en la eternidad e hizo su promesa luego a Abraham, El no tenía en mente incluir a Ismael sino al hijo de la promesa, que es Isaac. ¿Falló la palabra de Dios cuando Esaú y sus descendientes fueron excluidos de las mismas promesas? Los edomitas son descendientes de Abraham y también del hijo de la promesa, Isaac. ¿Por qué no recibieron ellos la tierra de Canaán? ¿Por qué no se convirtieron ellos en el reino de Dios y los padres del Cristo? ¿Falló la palabra de Dios al patriarca Isaac? No, porque la promesa de Dios como su propósito eran conforme a la elección, no por las obras sino por el que llama. Y Dios escogió a Jacob para cumplir Su propósito divino. Entonces viene la pregunta tan importante. ¿Ha fallado la palabra de Dios si la mayoría de los judíos son ahora excluidos del pueblo de Dios y de ser herederos de la promesa por su incredulidad en Cristo? La respuesta es un "NO", un "no" que resuena y que no admite de duda. No, porque en el plan y propósito eterno de Dios, El había decidido dar la promesa únicamente para los creyentes. La fe en Dios y luego en Jesucristo ha sido el requisito que Dios tenía en mente siempre para poder participar en Su promesa a Abraham, Isaac, y Jacob. No, la palabra de Dios no ha fallado, lo que ha fallado es la fe de los hombres.

No debe pensar que el plan de Dios ha cambiado. No piense que El pueda favorecerle especialmente a usted u ofrecerle salvación por algún otro medio. Dios ha escogido salvar a los creyentes, los que creen y obedecen la Palabra de Cristo que la Biblia llama "el evangelio". Si usted no se salva, no es porque no sea la voluntad de Dios, sino porque usted no se ha sometido a la voluntad divina por medio de una fe obediente.